GRAN TRAIL PEÑALARA 2015
Entonces, no me puedo retirar?
A las 23:30 estoy entrando en el polideportivo de Navacerrada para dejar una bolsa con material para Rascafría. Las predicciones son de mucho calor, así que mi estrategia de hidratación la tengo muy pensada. Dos días bebiendo alrededor de 3 litros de isotónico, llevar un litro encima y beberlo todo antes de cada avituallamiento, y en cada uno de ellos recargar agua, añadir sales, y beber 4 o 5 vasos de líquido adicional.
Todo esto, además de los ritmos que me gustaría llevar en cada tramo de la carrera, lo que voy a comer y en que momento, rondan mi cabeza mientras paso el control de material y de chip, antes de entrar en el recinto de salida. Comienza la cuenta atrás y salimos todos corriendo con la vista puesta en la Maliciosa.
Corriendo rápido, y casi sin descanso hasta la propia fuente de la Campanilla, donde me paro apenas un par de segundos para beber un trago. Pero que es esto, un ultra o un kilómetro vertical? Casi 20 minutos menos que el año pasado he tardado en recorrer los primeros 8 kilómetros y 1.100 meros de desnivel. Pero bueno, la verdad es que me encuentro bien, y no voy forzado.
Comienza el descenso hacia La Pedriza, y lo afronto con precaución, ya que a lo complicado del terreno se une la noche. Atravesaremos hasta La Hoya de San Blas, pasando bastante calor, pero sin dejar de correr mas que en las subidas mas pronunciadas. Total, que saliendo de este control, ya llevo 25 minutos de adelanto sobre el mejor horario que había previsto, y mi percepción es de ir reservando.
Con estas sensaciones afronto los 13 kilómetros de subida al Puerto de la Morcuera, que hago corriendo en muchos tramos. Ahora toca un largo descenso por pista hasta el Puente del Perdón, donde enlazamos con un carril bici hasta el kilómetro 53, ya en Rascafría. Paro en el avituallamiento, pero en escasos 3 minutos he salido cambiado, comido y bebido, con la intención de no perder ni un minuto de los 60 que ya le he robado al crono.
Pero aquí la cosa cambia, y mis sensaciones empiezan a ser regulares. Como, bebo, bajo el paso, intento correr un poco, pero no hay manera. No encuentro una cadencia que me resulte cómoda, y mi ritmo cada vez es más lento. Pero llego al avituallamiento del Puerto de Reventón, y parece que me recupero, y vuelvo a correr en los tramos menos empinados de camino a Peñalara.
En este tramo me encuentro con Jose Antonio, y me dice que voy entre los 100 primeros. No puede ser! Me animo y corro sin parar hasta el comienzo de la trepada a Claveles. Ahora, en cada paso me pesan más los pies, y me cuesta un gran esfuerzo llegar a Peñalara. Hay mucha gente animando, y me vuelvo a llenar de fuerzas para la bajada hasta la Granja.
Pero se me agotan las energías enseguida, y en lugar de disfrutar de este precioso descenso, sufro en cada paso que doy, me resbalo, tropiezo, incluso hago tramos andando. Pero esto no puede ser, no puedo entrar en La Granja caminando! Así que me engancho a un grupo de tres, y apretando los dientes llego al avituallamiento del kilómetro 81 manteniendo un ritmo mas que aceptable.
Allí están esperándome Eva y Arturo, que entusiasmados me dicen que voy alrededor del puesto 85, a lo que les respondo desesperado, "entonces, no me puedo retirar?". Por primera vez en 13 horas me siento, exhausto, y como y bebo abundantemente. Eva me ofrece cambiarme de zapatillas, o de calcetines, algo de bebida o crema solar, pero nada me viene bien. Finalmente, me pongo en pié. Parece que he recuperado algo de fuerzas.
Acompañado de Arturo salgo corriendo, con buen ritmo, incluso adelantando corredores. Pero el espejismo dura apenas 4 kilómetros, y me paro. Ando, despacio, sin fuerzas en las piernas. Arturo lo intenta todo para que me recupere, desde una siesta de 10 minutos, hasta un café, pero no hay manera. Como puedo, llego a Los Asientos, donde en un rato llegará Eva.
Ella también lo intenta, de todas las maneras que imagina, pero mi cabeza, cansada de luchar contra mi cuerpo durante horas, tiene la decisión tomada. Tras 88 kilómetros, acaba mi aventura este año, Probablemente el exceso de ritmo ha hecho que la carrera termine aquí. Aun así, me vuelvo contento, con la sensación de haberlo intentado, haberme entregado y de haber competido. Pero a veces, estas cosas pasan.
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