MARATÓN ALPINO MADRILEÑO 2012
Tras algunas semanas de nervios, por fin ha llegado el momento. Son las 7 de la mañana cuando me encuentro con Iñaki en el polideportivo de Cercedilla, una hora antes de que dé comienzo el Maratón Alpino Madrileño. Por delante 42 kilómetros y algo más de 2.700 metros de desnivel positivo que superar. El primer reto importante de esta temporada que parece que arranca con buen pie.
Inicio con un ritmo tranquilo, demasiado quizá viendo la carrera con posterioridad. Esto hará que enseguida me dé cuenta de que, en este primer tramo que nos llevará hasta el Puerto de Navacerrada, invierta unos 30 minutos más de lo que había previsto. Pero a partir de aquí comienzo a ajustarme e incluso mejorar los tiempos previstos. El siguiente objetivo será la Bola del Mundo, ascenso de unos 400 metros en el que ya comenzaré a adelantar a algunos compañeros de aventura. Pero será en el descenso hacia el Puerto de Cotos donde realmente encuentre mi ritmo de carrera.
En la primera pasada por Cotos, me doy un homenaje a base de plátanos y avellanas, recargo agua, y sin más dilación arranco con la vista puesta en el collado de Citores. Se trata de una subida muy agradable, entre pinos al principio y piornos a final, que nos dejará en la cuerda que enfila Peñalara, donde nos cruzamos con los corredores que nos preceden y que ya descienden del punto más elevado del día.
Una vez coronado dicho pico, realizo un rápido descenso que, en algo más de 25 minutos me conducirá de nuevo a Cotos. Aquí me encuentro con Eva, los niños y Arturo. Tras un reconfortante avituallamiento, tanto físico como psicológico, y una pequeña “parada técnica”, continúo camino de la ascensión más temida del día, en los primeros metros acompañado por Elena y Alejandro, y cuando ellos terminan su trabajo como liebres, con Arturo, que me acompañará hasta el final.
Inicio con un ritmo tranquilo, demasiado quizá viendo la carrera con posterioridad. Esto hará que enseguida me dé cuenta de que, en este primer tramo que nos llevará hasta el Puerto de Navacerrada, invierta unos 30 minutos más de lo que había previsto. Pero a partir de aquí comienzo a ajustarme e incluso mejorar los tiempos previstos. El siguiente objetivo será la Bola del Mundo, ascenso de unos 400 metros en el que ya comenzaré a adelantar a algunos compañeros de aventura. Pero será en el descenso hacia el Puerto de Cotos donde realmente encuentre mi ritmo de carrera.
En la primera pasada por Cotos, me doy un homenaje a base de plátanos y avellanas, recargo agua, y sin más dilación arranco con la vista puesta en el collado de Citores. Se trata de una subida muy agradable, entre pinos al principio y piornos a final, que nos dejará en la cuerda que enfila Peñalara, donde nos cruzamos con los corredores que nos preceden y que ya descienden del punto más elevado del día.
Una vez coronado dicho pico, realizo un rápido descenso que, en algo más de 25 minutos me conducirá de nuevo a Cotos. Aquí me encuentro con Eva, los niños y Arturo. Tras un reconfortante avituallamiento, tanto físico como psicológico, y una pequeña “parada técnica”, continúo camino de la ascensión más temida del día, en los primeros metros acompañado por Elena y Alejandro, y cuando ellos terminan su trabajo como liebres, con Arturo, que me acompañará hasta el final.
Nada más abandonar la carretera de Valdesquí, continuamos por un sendero que, ya sobrepasado el refugio del Pingarrón, asciende por el Circo de las Cerradillas hacia Cabeza de Hierro Menor. El tramo se hace muy duro, tanto que unos metros antes de iniciar la pedrera final, la Cruz Roja tiene que atender a algún compañero con problemas. En una hora y cuarto desde el puerto de Cotos concluimos la última gran subida del día.
Con fuerzas renovadas y ánimo por las nubes, nos lanzamos cuesta abajo con el fin de llegar al puerto de Navacerrada antes de las 6 horas de carrera. Subida y bajada del Cerro de Valdemartín, último paso por Bola y difícil descenso hasta el puerto. Aquí tomaremos el último avituallamiento, y rápidamente continuamos el descenso.
Qué rápido hacemos la primera mitad de este último tramo hacia Cercedilla. Saltos, curvas y adelantamientos nos hacen disfrutar como enanos hasta que las fuerzas flaquean. Es en este momento cuando Arturo me anima, consigue que no me deje llevar, y hace posible que adelante a otros 5 corredores antes de alcanzar la línea de meta, que cruzaré con Alejandro y Elena en 6 horas y 47 minutos.
Comentarios
Publicar un comentario